El anuncio de adjudicación se publicó el pasado 12 de abril con el número de referencia 0100DGT18507, y la empresa adjudicataria es Saima Seguridad, que ya en 2009 incrementó sus ingresos un 60% gracias a las ventas realizadas a la Administración. Con este nuevo lote, la DGT tiene ya unos 170 radares de este tipo, tres veces más que en 2007.
Ya lo había dicho Pere Navarro: “un radar hace el trabajo de diez guardias civiles”; multando, se entiende, porque no he visto nunca un radar asistiendo a un accidentado. Los radares ahora adquiridos por la DGT, que gozan de preferencia en las compras del departamento que dirige Navarro tienen ciertas peculiaridades: al revés de los extendidos Multanova (los que se instalan en vehículos para detección en movimiento, o en pórticos), el Autovelox funciona emitiendo haces de láser, lo que lo convierte en indetectable para los sistemas antirradar legales que cualquiera puede instalar en su vehículo a partir de 300 euros.
Pero hay más. Son aparatos tecnológicamente mucho más complejos que los Multanova, y requieren una cualificación especial que muy pocos agentes pueden acreditar, además de requerir unas condiciones de funcionamiento que se incumplen reitradamente, con el resultado de lecturas erróneas. ¿Quién no recuerda el caso del Ford Orión circulando a 250 por hora según el radar que hizo la medición? Pues he ahí. Sucede que cuando la lectura del radar produce una barbaridad de ese calibre no cuesta advertir el error. Pero, ¿y cuando las lecturas, aunque erróneas, entran dentro de lo posible? Pues nada. Multa y puntos, y al maestro Armero a quejarse. En la foto, un Autovelox camuflado en un supuesto ramillete de flores de los que pueblan nuestras carreteras en recuerdo de un fallecido.
El Autovelox es como una pequeña cámara que se instala en un trípode, que funcionan estáticamente y que han producido unas cuantas imágenes sonrojantes de agentes acuclillados en un arcén detrás de los matorrales, normalmente en zonas rectas y con poco o ningún peligro para la circulación. Además, según expertos consultados por El Antirradar, para que la lectura de un Autovelox sea fiable es necesario un utensilio, que la DGT no adquiere (se ahorra unos euros en eso e ingresa de más por la imprecisión derivada del erróneo calibrado) para equilibrar el trípode y garantizar que los haces láser sean perfectamente paralelos a los vehículos que circulan en su ámbito de influencia.
Además, según las mismas fuentes, el Autovelox no funciona con lluvia, ni con calor excesivo (ya sabemos que estamos en un país nórdico), se mueve a la más mínima ráfaga de aire, e incluso el polvo de la carretera puede alterar su funcionamiento.
En definitiva: el triple de caros, de funcionamiento complicado e imprecisos. Eso sí, indetectables. No importa. Todo por la pasta, todo por nuestra seguridad.
Fuente: Pedro Javaloyes (www.elantirradar.com)