jueves, 11 de agosto de 2011

Hasta que el mañana nos alcance.

Y nos alcanzó, tanto lo buscamos que nos ha encontrado, las políticas de ajuste draconiano a los más débiles no pueden salir gratis a los gobiernos, si algo nos ha enseñado la historia, algunos no aprenderán nunca, es que las protestas surgen cuando nada o poco hay que perder, o se tiene la percepción de que nada se pierde.
Los gobiernos neoliberales de europa solo arreglan el asunto recortando derechos, vease el ejemplo de la Sra. Cospedal sube el sueldo a sus asesores y elimina las ayudas a las viudas, todo un anticipo de lo que nos viene encima cuando su tancredista jefe (Mariano para los amigos) llegue al poder.  Pues ya sabemos todos que la causa del despilfarro la tenemos los que ganamos menos de 30000 euros al año y tenemos una nómina o pensión,  por querer vivir (gasto de sanidad) y que nuestros hijos estudien (ya lo dijo la CEOE los hijos de los trabajadores no sirven para estudiar).
Nada tiene que ver en la crisis el desenfreno especulativo, por todos conocido y mantenido, el inmenso fraude fiscal (más de 88.000 millones de euros) tampoco es importante, y las rebajas fiscales al capital (más de 5 puntos porcentuales con respecto a la media europea) tampoco son responsables del déficit público, para nuestros inefables lideres los culpables somos los de siempre, los trabajadores.
Viendo lo de Londres y otras ciudades, y teniendo en cuenta otros factores sociales (racismo, vandalismo, oportunismo) otro factor que lo origina es el desmontaje del estado social realizado por los gobiernos británicos, que han desecho el tejido social, creando marginalidad, pobreza y descontento que ante un caso puntual de posible violencia policial  provoca que estalle el conflicto social, donde ya se desatan los peores comportamientos.
Los políticos no pueden pretender que desmontar el estado social no tenga consecuencias, es como quitar el airbag y los cinturones de seguridad en un coche, mientras no hay accidente no hay problema, pero no lo tengas pues no tienes nada que evite los daños.
Una vez más los de arriba nos abocan a la crisis, alentando la especulación y el endeudamiento, y lo pagamos los de siempre, con paro y perdida de salario.
Pero hay que participar en la vida política, dando nuestro apoyo a quién proponga una salida de la crisis con un reparto proporcional del esfuerzo sin desmontar el bienestar que nuestros abuelos y padres ganaron con esfuerzo y sacrificio.