jueves, 30 de agosto de 2012

Torrelodones... (y dos piedras...)

Para que nada grosero rime con el topónimo de un municipio admirable, ejemplar y motivo de envidia para el resto del Estado. Y no por algún milagro de apariciones marianas o el descubrimiento de yacimientos petrolíferos en su suelo, sino porque la política dejó de gestionar su ayuntamiento y se ha convertido en el único consistorio español con ¡superávit! Nada menos que 5,4 millones de euros en el ejercicio 2011.

¿Por qué, semejante notición, no ha tenido la trascendencia mediática que merece, ni se han divulgado los motivos de tan brillante éxito en un país deprimido y al borde de la ruina? ¿No sería un acto inteligente profundizar en el análisis racional de este acontecimiento municipal para servir de modelo, a mayor escala, como argumento de supervivencia nacional?

Una preciosa historia entresacada de alguna limitada publicación digital, que no de ningún medio de difusión masiva:
Torrelodones es una localidad de 22.354 habitantes en las afueras de Madrid. Sucedió que, en 2007, se creó una asociación de vecinos para oponerse a la construcción de una urbanización residencial, con campo de golf incluido, en una zona de encinares protegidos de la Cuenca del río Manzanares. Proyecto auspiciado por el entonces alcalde, que se paralizó por ese movimiento popular y con el apoyo de la Comisión Europea, que ratificó la prohibición definitiva de construir en dicho espacio.

Tres meses antes de las elecciones municipales de aquel 2007, por el éxito de la operación y ante la popularidad conseguida por el trabajo bien hecho, la plataforma vecinal decidió constituirse en partido político para poder presentarse a la cita electoral. Sorpresivamente consiguieron cuatro concejales. Segunda fuerza y principal partido de la oposición. Para consolidar el éxito, cuatro años después, los torresanos votaron para adjudicarles la mayoría, nueve concejales, con la alcaldesa, Elena Biurrún, al frente.

El superávit de 5,4 millones de euros aparece como resultado de una fórmula elemental y tan simple como la de gestionar el dinero de todos como si fuera la propia cuenta corriente doméstica. Como describen estos "ciudadanos", no "políticos de profesión", el modelo de austeridad aplicado es un alarde simplificado del sentido común:

–La alcaldesa se redujo un 20% sus emolumentos apenas accedió al cargo.

(Todos los sueldos de la corporación están colgados en la web).

–Solo tres ediles cobran en exclusiva del Ayuntamiento.

–El resto, reducen sus nóminas porque compatibilizan las tareas municipales con sus actividades profesionales.

–Se eliminaron cargos políticos de confianza con un ahorro de 300.000 euros anuales.

–Se suprimieron la grúa municipal y la furgoneta de atestados. Servicios que se "externalizaron" hacia medios disponibles en la vecina Villalba. Gastos que corren a cargo del infractor
–Se elimina el coche oficial del alcalde.

–También, el chófer y el escolta, que se derivan a seguridad y vigilancia de calles y colegios.

–Se ahorran 40.000 euros mediante la supresión del responsable de prensa, que además tenía una adjunta.

–Ahorro drástico en electricidad, agua y papel de fotocopias.

–Prescindir de comidas y aperitivos institucionales supone 25.000 euros de ahorro.

–Renegociados servicios de limpieza, basuras etcétera, son 400.000 euros menos al año.

–Igualmente, con el Consorcio Regional de Transportes (140.000 euros menos).

–Optimización de recaudación de impuestos: un incremento del 7,9%.

–Actualización de transferencias del Estado: 900.000 euros.

–La bajada del sueldo de los funcionarios (proveniente del Gobierno central): 1,1 millones de euros.

–Otros dos millones de euros de plusvalías sobre terrenos.

–Etcétera, etcétera, etcétera... (Todos los proveedores ¡cobran!)...

Bonito, ¿no? Parece un cuento de dibujos animados representado sobre nuestro lamentable escenario nacional.

Estos datos pueden promover tantas reflexiones individuales como ciudadanos haya con ánimo de análisis para emitir su opinión. Es evidente que un denominador común sería: ¿Quizá la Sociedad Civil sea la única solución al desastre actual? ¿Tal vez la clase política haya llegado, irreversiblemente, al límite de su capacidad gestora?

Divulgar el conocimiento de este modelo supondría una bocanada de aire fresco y un hálito de esperanza e ilusión para una población frustrada por las malas manos de quienes nos conducen sin ponerse el cinturón, sin carné y sin respetar las señales. ¿Permitirán ellos la supervivencia de un referente que los ha puesto en evidencia?...

Fuente: CARLOS CASTAÑOSA (laopinion.es)