martes, 22 de febrero de 2011

Elogios al despido libre y del bajo precio de la mercancía humana.

"La reivindicación de un trabajador sin derechos y la "desinfección" del país de los sindicatos implica el elogio del esclavismo y del trabajo forzoso".

Deben perdonar los lectores, pero uno creía honradamente que determinados discursos sobre el trabajo y su representación colectiva habían sido desterrados del lenguaje político y de su reformulación mediática sobre la base de su incompatibilidad con un cierto grado de civilización.

Igual que el discurso machista, el discurso esclavista parecía inconcebible en las personas “civilizadas” y, como el racista, se veía proscrito y reprimido cuando asomaban sus trazas engarzadas en un razonamiento un poco más complejo o articulado. Parece sin embargo que los vientos que acompañan a la crisis económica han recuperado estos arquetipos incompatibles con la democracia y con la cultura de la civilización europea a estas alturas del siglo XXI.

Viene esto a cuenta del reciente elogio que en el periódico que tiene la segunda tirada nacional, “El Mundo”, realiza uno de sus columnistas sobre el despido libre. Hace un año, en febrero del 2010, un reputado modisto y empresario, Adolfo Domínguez, urgió al Gobierno a implantar un "despido libre, sin trabas administrativas ni judiciales" en el mercado laboral para que la gente se gane "cada día" su puesto de trabajo y así solucionar la crisis en España, pero en esta ocasión Salvador Sostres – que así se llama el columnista – elogia el libre desistimiento del contrato de trabajo por parte del empresario acompañado de un violento ataque contra los sindicatos. Lo que dice este creador de opinión es lo siguiente : “El despido libre es el anatema de los sindicatos, pero como suele suceder cuando se trata de los sindicatos, es también la solución más justa e inteligente. Toda indemnización por despido es un asalto a punta de navaja en un país infectado de jueces sindicalistas que cada despido lo hallan improcedente. Los derechos del trabajador los garantiza el empresario que los paga. Sin empresarios no hay riqueza, ni puestos de trabajo, ni sindicatos, ni tan siquiera liberados sindicales (…) Robar no es nunca una solución: y el sistema sindical es un atraco que debe cesar para que crear riqueza vuelva a ser estimulante y no esta Ciudad Juárez en que se ha convertido la política laboral española”.
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ANTONIO BAYLOS nuevatribuna.es | 18.02.2011